La creación tiene los caminos que tiene, y aunque lo sepamos no por eso dejarán de soprendernos.

Irremontable tiene una historia de muchos cruces detrás.

Primero la situación que dispara todo: la muerte de un ex alumno, a quién conocí desde los 6 años y con el que compartimos tanto, como con tantos otres. Pero también la compulsión a escribir, rejuntar palabras que atinen a qué ¿Conjurar el dolor? ¿Espantar la muerte? ¿Para qué escribir ante estas, y otras, situaciones? Lo cierto es que escribí, esa vez y otras tantas, sobre las alegrías también.

Al año siguiente fui a escuchar al Tata Cedrón y descubrí al Trio Piraña. Presentaban «Larvas», un ciclo de canciones a partir del libro de Elías Castelnuovo del mismo nombre, en el que relata su experiencia como maestro en un reformatorio de la provincia de Buenos Aires en la década del 20. Además de que me encantó la propuesta y el trio en sí, pensé que podía aventurarme a intentar transformar en canciones algunas de las cosas que había escrito. Aquel proyecto se llamó BARRIO. Pero no lo terminé, pienso que un poco porque este tango logró plasmar tanto algo, que las demás canciones fueron perdiéndose porque no lograban ni una pequeña parte de lo que se logró acá.

Luego vino el trabajo de concretar la grabación y la idea del video.

Y acá nuevamente vuelve el eje de esta idea de no-solo: el encuentro de aquellas personas que suman a lo que se dispone a través de sus tareas, compartiendo con profunda actitud solidaria sus haceres.

En este caso son:

Primero Gonzalo Genone en voz, Lucas Bergallo en bandoneón y Adolfo Schmidt de Juli Records en la grabación

Catalina Escandell en dibujos y actuación, Manuel Iglesias en actuación -y su papá Carlos- y luego quienes forman Nave que va: mi compañero y amigo Hernún Mancuso, Verónica Oxer y Andrea Llamedo

Registrar, y de este modo, esta canción era una deuda, sobre todo con aquel ciclista de delantal de aquel lunes por la tarde, de otro modo con cada pibe que esta sociedad infame deja caer…

Estaremos siempre del lado de hacer lo que podamos para que no se caiga nadie y muy probablemente lo logremos, pero quienes cayeron nos seguirán doliendo…

No soy un compositor prólifico ni rápido, el tiempo me corre, pasa veloz y hago lo que puedo, y apenas puedo llamarme compositor.

Pero a veces no puedo no intentar decir algo sobre lo que pasa, cerca o lejos, porque algo de lo injusto de algunas situaciones, de algunas muertes, me mueve a hacer esos intentos.

Y así voy escribiendo algunos textos que luego se transforman en un poema o una canción.

Y así se acumulan palabras y músicas en torno a Lucas, un chico que fue a la escuela y que tuve en mis clases, y que murió, o lo mataron como a Ariel o NIco, o los pibes muertxs en Palestina, y a sus familias que quedan y resisten y otrxs niñxs y jóvenes que resisten, o los 43 normalistas de Ayotzinapa, o a Luciano Arruga, o Darío y Maxi, a Carlos Fuentealba…

Años después de escritas siguen cayendo los pibes en nuestros barrios, sigue Palestina bajo una ocupación infame, siguen sin aparecer los 43, la policía sigue matando Lucianos por no robar para ellos, porque sigue la injusticia en el mundo

Casi con vergüenza me senté a escribir, letra o música, esperando se me perdone restar tiempo en ello a la confrontación efectiva contra la injusticia del mundo. En verdad cierto pudor viene siempre después, al escribirlas es un impulso.

Sé, como decía Viglietti en «Sólo digo compañeros», que «papel contra bala/ no puede servir/ canción desarmada/ no enfrenta un fusil» por eso son canciones desarmadas, que acaso, tristemente, sirvan para no olvidar.

Este viernes 20 de julio realizamos una primera sesión de grabación de estas canciones para dejar registro de las mismas

Para no olvidar ni perdonar